Tánatos no elegía el momento
ni la forma en que moría una persona,
de eso se encargaban sus hermanas
las moirás que representaban el destino,
Tánatos sólo se encargaba de llevar
a la persona al inframundo y
trataba de hacer su trabajo lo
mejor posible. Para ello cuando
alguien fallecía, cortaba un mechón
de pelo de la persona y se lo
ofrecía a Ades, dios del inframundo,
para que dejara entrar al fallecido.
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Alcetis, enamorada de Admeto,
decide morir por él y entra en su
féretro
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Muchas historias de ese tipo había, por ejemplo,
la de un hombre llamado Admeto. Admeto estaba
enamorado de la bella Alcetis con la que pudo
casarse gracias a la intervención del Dios Apolo.
Tan emocionado y feliz estaba Admeto en su boda,
que al anochecer olvidó hacer las ceremonias diarias
para los dioses, que indignados, lo castigaron con la muerte.